Hugo Morales y su festival de arte estudiantil.
El festival de arte Ángela Morales que cumple 25 gloriosos y fecundos años de estar celebrándose en Barranquilla, ahora tiene proyección nacional y el Tolima, tierra de su organizador, no podría quedarse atrás. Se trata de Hugo Morales, uno de los personajes maravillosos que hemos tenido el privilegio de conocer desde la época dorada de la infancia. Pocos seres conozco con su luz y su optimismo, su persistencia terca en cumplir los sueños y su coherencia al mantenerlos por encima de los tiempos tristes. Porta la palabra oportuna, el conocimiento alejado de fraseología seudointelectual, el proyecto que entusiasma por ser benéfico para todo el sector estudiantil, la experiencia de un guerrero de la cultura que no espera valores bursátiles, encarnando al apóstol verdadero. Cuántos de estos requiere con urgencia el país para ser mejor. Hugo Morales, quien es parte del consejo Iberoamericano por una educación de calidad, teatrero con un recorrido de más de 40 años desde cuando hiciera parte del grupo de Santiago García en Bogotá, es el mayor símbolo y activista de la cultura popular en Barranquilla, donde se le tiene tal respeto que organizó durante tres lustros el carnaval de esta ciudad desde los niños. Trabaja para los sectores marginados convirtiendo por sus enseñanzas, seminarios, diplomados y formación de líderes, el arte como parte esencial e integradora de sus vidas. La danza, el teatro y la música es el trío que despliega para su espectáculo. La educación es una parte de la cultura entendiéndola como toda acción del hombre para mejorar y no como se hace en tantas partes donde las secretarías se llaman de educación, deporte y finalmente cultura. No es la de adorno como la asumen muchos ni la ejercida por mechudos marihuaneros y loquitos desocupados. No. Es la esencia del espíritu y la escuela de los valores. Morales es el creador de Fundar, fundación para el fomento y promoción de arte y la cultura. El  Festival de arte estudiantil, realizado ininterrumpidamente en Barranquilla desde 1989 y denominado Ángela Morales desde  el año 2000 en homenaje a quien fuera, en vida, su más ferviente y dinámica impulsora y quien falleció trágicamente el 18 de Marzo de ese año, es un  proyecto que involucra los niños y los jóvenes en el disfrute y goce del hacer y apreciar el arte en las modalidades de: Teatro, Danza y Música, en la ciudad de Barranquilla  y otros municipios del Departamento del Atlántico y el Caribe como parte global de la dinámica de comprensión de la importancia del arte en el proceso de formación integral del ser humano por su innegable capacidad de potenciar la creatividad y la imaginación de los nuevos líderes que precisa el país.

Hace parte del plan que dinamizará el proceso cuyo objetivo fundamental es la reconstrucción cultural desde la primera infancia, tomando como punto de partida la inagotable cantera que la niñez y juventud representan en estos momentos en que  la violencia, la drogadicción y la  inversión de valores han mimetizado el valor de la vida, apuntalándose además con la sensibilización, capacitación y compromiso  de  los docentes  interesados en la  materialización de  los objetivos  de dicho  proceso.

Qué bueno que despertar conciencia, en el sector educativo en particular y en la comunidad en general, de la importancia del arte en el proceso de formación integral del ser humano a partir de la primera infancia y los jóvenes, germen de una sociedad creativa que genere, en el país, una corriente capaz de propiciar un cambio cultural que lleve al redescubrimiento de la dignidad humana y del valor de la vida, presupuesto indispensable en la búsqueda de una paz real y duradera, basada en el incremento de la educación de calidad  y el nivel de vida en las nuevas generaciones.

HERNÁN DÍAZ: EL GRAN FOTÓGRAFO DEL SIGLO XX
Tres años después de su muerte, este ibaguereño que nació en 1931, vuelve a estar de moda. Sus fotografías desplegadas en el reportaje a Mercedes Barcha, a quien algunos llaman la Gaba por ser la esposa de nuestro premio Nobel,  resurgen como un testimonio parlante de su maestría. Su nombre como el de tantos otros tolimenses destacados se ignora en esta tierra y sería un honor y un justo reconocimiento que nuestro Museo de Arte convocara su concurso nacional bajo su nombre. Lo conocí hace cuatro décadas presentado por Germán Santamaría y desde entonces cumplí gustoso el seguimiento a su trabajo que duró hasta poco antes de su muerte debido a una enfermedad pulmonar cuando tenía 78 años. Perteneció a esa generación que brillara en la década de los años 50 y que tuvo entre otros a Fernando Botero, Alejandro Obregón, Enrique Grau y Edgar Negret, precisamente los artistas que formaron parte de su primer libro Seis artistas contemporáneos colombianos y que publicó en colaboración con Marta Traba en 1963.
Dice la revista Bocas del diario El Tiempo que dejó un vacío difícil de llenar y que fue, junto a Leo Matiz, el fotógrafo más representativo del país en el siglo pasado. Nos recuerdan allí cómo sus trabajos se publicaron en las revistas Life y Time y las principales medios de Colombia, enfrentando su lente a las grandes personalidades de su tiempo, tales como Rogelio Salmona, Julio Mario Santo Domingo y varios expresidentes, sin que faltaran en su galería escritores como Gabriel García Márquez. Satisfactorio es recorrer sus obras como Pérsides, sobre Cartagena, Alejandro Obregón al lado de su pintura Violencia, su serie de Fernando Botero, La última cena o Camilo Torres, el extraño jinete y los estudios cumplidos para El ahogado más hermoso del mundo de García Márquez en 1995.  Varios son los libros que sobre su trabajo se han cumplido, entre ellos la maravillosa recopilación de sus fotografías entre 1957 y 2009, hecha por el Museo de Arte Moderno de Bogotá, un año después de su muerte en homenaje póstumo.  Se fue temprano de Colombia cuando apenas cumplía 23 años a estudiar en Estados Unidos, dedicándose con pasión a su estudio en Westport en Connecticut  en la escuela de fotografía y era un honor que libros y revistas tuvieran sus trabajos en toda América Latina y Estados Unidos. Es inolvidable su sesión Encuentro con Hernán Díaz, la que semanalmente aparecía en la revista Cromos y las que surgieron para Credencial, Semana y Diners. No faltaron sus exposiciones permanentes, sus recopilaciones, sus retratos y libros con cada uno, sin que en la tierra de su nacimiento y sus primeros años de estudio se haya hecho nada para recordarlo. Triste destino el nuestro dedicado a exaltar figuroncitos de cartón desechable y de circunstancia, sin otro mérito que el de ser burócratas ocasionales o políticos de quinta. El subdesarrollo es primero mental por desconocimiento, el que nos lleva a veces a ver gente con mucho dinero y posición, pero de estrato mental uno.



LOS TOLIMENSES Y EL CINE

Aunque en su tierra poco los conocen, varios nombres por los cuales el país cultural tiene respeto debido a su trayectoria y talento, han cumplido este año trabajos notorios y premiados en el terreno del cine y los documentales. Son ellos, oriundos de Ibagué, la ya hace rato famosa Alexandra Cardona, cuya trayectoria figura en mi libro Protagonistas del Tolima Siglo XX; Roberto Triana, a quien conocí hace más de 40 años en Bogotá y la nueva voz poética Luz Ángela Caldas publicada por Caza de Libros, la editorial de mi hermano Pablo Pardo. Triana y Caldas estrenaron en la sala Teresa Cuervo este sábado 16 de marzo los documentales Dora Castellanos o un modo de perdurar y Maruja Vieira vivir en  las palabras, dirigidos ambos por Roberto Triana con concepto y producción de Luz Ángela Caldas, hija del escritor y empresario tolimense fundador de Legis, Tito Livio Caldas, cuyo amplio perfil también nos lo ofreció para Protagonistas del Tolima Siglo XX.  Pero Roberto Triana, igualmente, presentó otro documental sobre Juan Gustavo Cobo Borda, su vida y sus libros en la cinemateca distrital el pasado jueves 14 de marzo. Los primeros pertenecen a la serie Poetas colombianas, cuyo propósito es rendir un homenaje a la voz femenina y recopilar una muestra fundamental de la poesía  colombiana escrita por mujeres. Bello trabajo este de poner en primer plano la importante trayectoria de quienes en Colombia se han dedicado a lo largo de toda su vida al ejercicio literario para enaltecerlo.
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 El reciente trabajo de Alexandra Cardona, Retratos de familia, premiado en el pasado festival de cine de Cartagena, es el testimonio de las madres de Soacha sobre los falsos positivos cuando se diera aquella masacre de jóvenes de esta localidad a quienes en el afán de mostrar acciones hicieron pasar por guerrilleros. Triste episodio de la vida nacional que tiene aquí su testimonio conmovedor. No pocas columnas en diarios nacionales como la de Osar Collazos en El Tiempo, han dedicado su espacio a comentar este hecho que fuera inicialmente denunciado por el personero de este municipio. Estas mujeres, dice Collazos, le vienen diciendo al mundo que viven el deseo de difundir la verdad y evitar que caigan más jóvenes en la trama de desapariciones y asesinatos. No es la primera vez que Alexandra Cardona incursiona en estos temas, como el cumplido con las crónicas de la dignidad de los rostros del conflicto, donde con rigor y lenguaje eficaz, los personajes retratan igualmente el drama de las familias tocadas por la violencia, esta vez por los secuestros de los guerrilleros cuyas víctimas mueren en cautiverio o son sometidos a torturas.  La autora declaró en su momento “que la historia de los desplazados fue la más difícil de escribir, por lo delicado de las denuncias, el proceso de investigación y la consecución de pruebas. “Se manejaron muchos documentos y era complicado volverlos atractivos para el lector”, dice Alexandra, y agrega: “Me sorprendió llegar a Ibagué y encontrarme en el centro del país con un pueblo costeño, que habían conformado los desplazados. Entendí que les habían podido quitar todo, excepto su cultura”.
Extenso sería recorrer la trayectoria de nuestra escritora, puesto que sólo quiero dejar la información y la inquietud de quienes hacen cine y documentales, libros y trabajos que van desde lo poético a lo terrible de nuestra violencia con valentía y profesionalismo.

El valor de lo propio
Por: Carlos Orlando Pardo
Lejos estamos cada día de apreciar en su debida dimensión el valor y significado de lo que tenemos. Lo propio pareciera de menor cuantía o por lo menos de segunda mano. Esa medida del subdesarrollo mental y de ver el arco iris en los sitios lejanos y vecinos pero no en nuestro patio, es uno de los males que aqueja a la sociedad de hoy cada vez más frívola y cosificada, superficial y pragmática que desecha los sueños y a los soñadores y ve como discurso ingenuo a quienes valoran lo propio tachándolo de provincial y aldeano. Contamos con innumerables riquezas que curiosamente examinan y valoran más los de otra parte. Es lo que acaba de ocurrir, luego de un proceso selectivo, con ciudades como Honda que al igual que otras en el norte del Tolima, digamos Mariquita, Armero, Ambalema, encierran una historia gloriosa y un paisaje maravilloso. Fue lo que tras un largo recorrido por Colombia encontró el coleccionista australiano de arte Asiasciti Trust, fideicomisario independiente y un grupo similar, para apasionarse, como dice un diario, con el arte latinoamericano y promover la creación contemporánea de la región. Expertos asesores promovieron la creación artística y dieron vida a residencias que llevan a un grupo de artistas por el continente a vivir por un tiempo en un lugar determinado, en este caso Honda, para seguir los pasos de creación de obras. Representantes del Brasil, Perú, Argentina, Chile y Colombia, por supuesto, estuvieron en la ciudad de los puentes por semanas conociendo la historia del lugar y la región durante seis meses. Ahora tenemos un resultado que se verá en Bogotá en una muestra de arte. El llamado proyecto Lara (Latin American Roaming Art) o de arte itinerante de América Latina, cumplió sus objetivos. Nuestro medio y nuestros artistas tienen mayor proyección internacional. Los nuestros continúan abandonados a su suerte. Los hacedores de cultura, no los vividores de ella, porque están los dos tipos, parecieran quedar cada día más en la orilla del abandono al que lo someten las instituciones encargadas de apoyarlos en universidades y el gobierno mismo. Existen organismos que dicen representar a los escritores y artistas como intermediarios políticos y financieros y que sólo finalmente explotan sus nombres, se sacan la foto, goterean importancia y salen y se van. Triste y sombrío el camino que avizoro para todos ellos, mucho más cuando la falta de formación y sensibilidad de los funcionarios encargados de impulsar tienen siempre un no en la garganta. Personalmente he sido bien tratado a lo largo de años. No lo digo por mi que por fortuna y gracia de Dios me encuentro lejos, sino por lo que me despierta la observación de proyectos y sueños de los nuestros sin encontrar eco alguno o siquiera una esperanza. Pero si por estos lados llueve por el sector privado tampoco escampa. Consideran limosna, dádiva caritativa y no vínculo respetuoso el apoyar a grupos de teatro, artistas, en fin, gente de la cultura en diversas expresiones. Ojalá aparezcan mejores tiempos porque los cantantes y los compositores, los artistas de todo tipo y los intelectuales seguirán su camino a pesar del desdén.


Algunas sombras: radiografía del periodismo
El nuevo libro de Alexander Correa Carvajal


Con el subtítulo de “historias ocultas en las salas de redacción. Lo que no se informa al público. Relaciones de los medios y el poder”, Rubén Darío Correa se aventura a la publicación de otro de sus libros, este es el tercero, donde sus 112 páginas se leen de un tirón. Me parece un texto agradable aunque descuidada su edición y ante todo valeroso por lo que se atreve a denunciar poniendo en evidencia las trapisondas y las intrigas de quienes hacen un periodismo mercenario en el Tolima. No pocas de las historias allí relatadas con un lenguaje que a veces tiene vecindad con la literatura, son parte de la comidilla cuando a los periodistas locales se refieren como una manera de ejemplificar a estos negociantes vulgares y ordinarios de la comunicación. Producen asco y tristeza las anécdotas, porque es igualmente un libro de anécdotas, por cuanto el subdesarrollo mental y la escasa cuantía de numerosos llamados periodistas tienen aquí evidencia, no siempre documentada, lo que es igualmente una gran falla, quedándonos la sensación de vacío en varios casos. Si bien existe un marcado talento para la buena crónica, tan escasa en estos días, no pasan algunas noticias de las aquí registradas como las de simples rumores, sin que en la mayor parte de los casos no abunden los buenos argumentos y el carácter para escribir con franqueza sobre lo que pudiera ser un balance de lo que ocurre con algunos paradigmáticos periodistas de la región. Oscuro panorama el que tenemos al frente y que sirve como texto a estudiantes de comunicación social para que sepan cómo no ejercerlo si desean como debe ser no únicamente una práctica noble en la vecindad con la ética sino que se conviertan en huéspedes y vigilantes de ella. El abatimiento es la ilustración principal porque sentimos asomarnos a un inodoro repleto de inmundicia cuando debiera ser todo lo contrario. Nada mejor que el periodismo profesional para solazarnos en investigaciones y textos que merecen no la relampagueante duración de una noticia sino la luz en jornada continua para iluminar épocas, generaciones, personajes y hechos que merecen ser recordados. Si el periodista es el notario de la historia, qué mal estamos de notarios donde se registran como verdaderos hechos falsos, se desbaratan prestigios al ritmo de los intereses comerciales o broncas particulares, se santifica o sataniza de acuerdo a la tarifa. Libro para reflexionar seriamente en otro de los males regionales que termina equiparándose a la gravedad de la violencia y al hambre, a la discriminación social o política, al ejercicio de la calumnia como si fueran enemigos personales de la verdad. La desolación es lo que se respira frente a la corrupción, bien calificada por algunos como el peor de los males en Colombia junto a la impunidad. Cómo estamos de mal por estos lados si lo afirmado por el autor es totalmente cierto, lo que en gran medida percibo y conozco, ofreciendo aquí una radiografía despiadada de nuestro periodismo local por dentro. Ojalá estudiosos de la historia regional procesaran lo dicho en este libro valioso y valiente para enmarcarlo dentro de los procesos de las causas de nuestra decadencia sin olvidar los tiempos de esplendor ni a quienes con la guardia en alto encarnan el oficio con orgullo. Porque si bien resultan mal librados los que han actuado mal sin que la historia los absuelva sino cada vez los condene, también no debe generalizarse porque existen diferencias entre los que encarnan las falsas monedas y las verdaderas.