PEDRO PABLO CONTRERAS
CON ALAS EN EL ALMA
Por: Carlos Orlando Pardo
Pedro Pablo Contreras
Al gran Pedro Pablo Contreras no le alcanzan las paredes de su casa para colgar todas las condecoraciones recibidas a lo largo de su admirable lucha. Pero tampoco le caben en el cuerpo y en el alma las que entregan desde  lo profundo de su corazón centenares de tolimenses y de colombianos que le agradecen que él exista. Porque gente de su categoría humanitaria parece haber desaparecido de la faz de la tierra, lo que lo convierte en un hombre rico en amigos pobres, aunque lo sea en amistades de alto coturnio arrancando por el mismo presidente de Colombia. Pedro Pablo no sólo es un amigo extraordinario sino un conversador tan agradable que se pueden pasar las mil y una noche escuchándolo sin que llegue a asomarse el más mínimo deje de bostezo. Tiene mucho por contar porque mucho ha vivido como un hombre de acción en jornada continua. El sabe, como Confucio, que es mejor prender una vela que maldecir en el infierno. Parece que fuera ingeniero porque no ha hecho sino abrir caminos o de pronto arquitecto porque construye siempre pensando en el progreso. No son pocas las penalidades por las que ha tenido que atravesar desde tiempos tempranos, pero su fortaleza interior le permite levantarse como un guerrero auténtico. De conductor de carros a conductor de empresas se empina sobre 50 años de lucha impenitente como aquel astronauta que fue capaz de plantar una bandera sobre la luna bajo la luz de las estrellas. Admirable su tarea en el transporte de esperanza y  desarrollo. El es no sólo uno de los más destacados protagonistas del Tolima desde el siglo XX, sino uno de sus paradigmas. De allí que no dudemos en colocar su vida ejemplar como una muestra de lo que puede un hombre obstinado para cumplir sus metas. Y no necesitó para su éxito de pergaminos universitarios ni de títulos nobiliarios distintos a una condición humana basada en el deseo de servicio, la humildad y el espíritu comunitario.  Más de medio siglo de trabajo al frente de una cooperativa como la de Velotax es un hecho notable, pero también los noventa fructíferos años que cumple dando luz al Tolima y al país. Como Álvaro Mutis o Alfonso Jaramillo Salazar, como Simón de la Pava, Mario Laserna o Luis Eduardo Vargas Rocha, Pedro Pablo Contreras nos produce alegría con su existencia. Nos queda quitarnos el sombrero, sentirnos orgullosos de su amistad, felices de saber que tanto ha hecho por el avance de nuestra tierra y profundamente respetuosos por su tarea cumplida. Su disciplina de hormiga arriera, su condición de gerente eficaz, lo han elevado a la admiración de un pueblo que ve en él a un atento y seguro servidor. Pero detrás suyo han estado no sólo una generación de socios, afiliados y amigos leales como lo fuera mi padre, presidente de su Consejo de administración durante muchos años, sino ante todo el delicado apostolado de su esposa Anita, dispuesta a ser su ángel guardián para cuidar sus sueños, acompañar sus luchas y compartir las agonías, las tristezas y las no pocas derrotas con que ha tropezado. Por fortuna ahora, en sus noventa años, pasa con más gloria que pena y sabemos que experimenta el abrazo cálido y sincero de la gente de su tierra que sienten que el bunde se mejora cuando se canta al lado suyo.