La luz imposible de Jorge Valencia Jaramillo
Al poeta Jorge Valencia Jaramillo una larga vida pública y exitosa, asunto extraño en Colombia, le ocultó la cara de su íntima vocación por las palabras y por la poesía. Ahora ocurre lo contrario porque sus libros parecieran borrar en mucho lo que logró para el país y surge la poesía como protagonista de su existencia. Son los ciclos vitales de un ser íntegro que deja siempre una huella memorable a su paso, precisamente por su condición humana y su pasión intelectual. Su actual salida la cumple con La luz imposible, un bello libro de versos con el que Pijao Editores en su nueva etapa le rinde un homenaje merecido. El preámbulo lo tuvo hace unas semanas en Portugal donde el exigente crítico de Lisboa, Nuno Judice, también uno de los mayores poetas portugueses contemporáneos, seleccionó memorables versos de Jorge Valencia Jaramillo para la rigurosa antología Um País que Sonha, pudiéndose leer en uno de los idiomas más poéticos del mundo. El volumen fue presentado en Lisboa el 24 de marzo pasado ante más de mil personas en una escenario de película. 
Ahora cuando se cumplen 25 años de haber fundado la Feria Internacional del Libro en Bogotá, Pijao lanza su libro intenso, una maravillosa antología personal que esperamos pacientes durante varios años, donde refleja no sólo la huella de la palabra descifrada y perdurable, sino el de un trabajo que alcanza trascendencia. Tiene la poesía de Jorge Valencia Jaramillo la extraña virtud de no parecerse a la de ningún otro. La forma en que va desplegando las señales y su sentido muestran siempre una historia de amor precario y contundente resplandeciendo el sentimiento pasajero de alegría o de tristeza cercana a la derrota y a la muerte. A sus versos puede aplicarse la famosa comparación que hace Cortázar entre el cuento y la novela con una pelea de boxeo, donde el primero gana por nocaut y el segundo por puntos. Todo porque siempre atrapa con sus finales sorpresivos. Otra particularidad es que sus poemas son similares a un relámpago, no sólo por lo breves sino por iluminadores. Se trata de una voz particular sumida en el enjambre de la sencillez, pero no por eso sin la profundidad y la belleza donde el pensamiento y el concepto juegan bajo el mismo baile donde se caen las vestiduras y las máscaras para mostrar la desnudez interior con limpieza y sin falsos rubores. Tiene el lector aquí, la seguridad de iniciar un viaje apasionado y apasionante sobre el territorio peligrosamente minado del amor.  
Debemos recordar al lector que Jorge Valencia Jaramillo nació en Antioquia, ha sido presidente de la Sociedad Colombiana de Economistas, Representante a la Cámara, Senador de la República, Alcalde de Medellín, Ministro de Desarrollo, Presidente de Asomedios, Director de la Comisión Nacional de Televisión y uno de los creadores del Grupo Andino, hoy Comunidad Andina de Naciones.Entre las distinciones que se le han otorgado están la Gran Cruz de la Orden de Boyacá y, en reconocimiento a su labor cultural, la condecoración Simón Bolívar del Ministerio de Educación Nacional.Su relación permanente con las letras lo llevó a la presidencia de la Cámara Colombiana del Libro. Es presidente Honorario de la misma, al igual que de la Feria Internacional del Libro de Bogotá que él creó.Ha publicado cuatro libros sobre los mismos temas, el Amor, el Olvido y la Muerte: El corazón derrotado: Memorias de la muerte y el amor, El silencio de la tormenta y en este año de 2012 La luz imposible.

LA JORNADA A GARCÍA MÁRQUEZ EN EL TOLIMA
Por: Carlos Orlando Pardo 

En el teatro Tolima Carlos Orlando Pardo y William Ospina en el comienzo de la jornada en homenaje a García Márquez  organizado por la dirección de cultura departamental y la secretaría de cultura municipal.
Cada vez la práctica vuelve cierto el lema de Unidos por la grandeza del Tolima en todos los campos, sin timideces y con apertura a temas nacionales e internacionales de interés. Por algo el gobernador desde antes de serlo jalonó un liderazgo nacional en pro de nuestra cultura cuando por su iniciativa  como  Congresista se aprobó la ley 851 de 2003, en donde  el Festival Folclórico Colombiano, el Festival de la Música y el Concurso Nacional de Duetos se convirtieron en  Patrimonio Cultural  y Artístico de la Nación. Se trata de lo propio hacia el país y el mundo, pero también el país y el mundo hacia acá para ser universales. De allí que, gracias a la apertura sin timideces que la gobernación de Luis Carlos Delgado Peñón le hace a la cultura, su dinámico director, Mauricio Troncoso, acompañado en la tarea por la Secretaria de Cultura de Ibagué, organizó en la tradicional semana de la literatura que se cumple en esta capital, no todas las veces, con participación de los escritores de la tierra, un homenaje a Gabriel García Márquez, el máximo cultor vivo en el mundo de lengua castellana. Algunos pusieron su grito en el cielo porque esto se hacía, sin entender que una manera de ser tolimense es conectarse con el planeta, mucho más cuando los temas centrales estuvieron marcados por la relación del Nobel con gente de aquí. Los más representativos exponentes de nuestras letras e intelectualidad, exceptuando mi caso, estuvieron allí con su autoridad y su prestigio que hace honor a la región. Gloria Triana,  William Ospina, Jorge Eliécer Pardo, Héctor Sánchez, José Antonio Vergel, Jorge Iván Parra, Alfonso Gómez Méndez, Jairo Rivera, por ejemplo, discurrieron sobre los viajes de García Márquez a Villarrica e Ibagué, sus crónicas memorables sobre el caso, su intervención en los procesos de paz, el viaje que organizara una ibaguereña a Estocolmo cuando le entregaron el premio, los pleitos legales a que se ha visto sometido, conversatorios que generaron una manera de educar y enseñar literatura desde el entusiasmo de la vitalidad, la anécdota y la provocación y mostraron el valor del Tolima y de los tolimenses. Si los nombres mencionados no representan la cultura nuestra, entonces en qué estamos. Por otra parte, la participación en la Feria Internacional del Libro en Bogotá que esta vez cumple 25 años de haber sido fundada por Jorge Valencia Jaramillo, es notoria, mucho más cuando el stand que tenemos organizado por la gobernación y su dirección de cultura, tiene ahora amplias dimensiones como nunca antes. No debemos olvidar que Ibagué, en un cuarto de siglo, no hacía presencia oficial en este evento mayúsculo y ahora por vez primera lo hace con lujo y stand propio, tal como lo ha hecho solamente el Líbano desde hace varios años. Un conjunto de acciones que nos dejan saber que estamos respirando otro aire en el tema de la cultura. 

UNA EVOCACIÓN A CLARICE LISPECTOR

Por: Carlos Orlando Pardo
Jorge Eliécer Pardo, Clarice Lispector 
y Carlos Orlando Pardo en Cali, 1974.
Conocí a la escritora del Brasil Clarice Lispector en Cali, tres años antes de su partida definitiva de este mundo. En 1974 estaba al lado de la piscina del hotel Intercontinental con un cigarrillo entre los dedos, un vaso de whisky con hielo y la mirada perdida sobre el agua. A su lado, leyendo un libro, Aidé Jofré, una crítica literaria argentina delgada con la sonrisa permanente. Nos acercamos con mi hermano Jorge Eliécer a saludarla antes de la llegada del almuerzo. Todas aquellas escenas vuelven al saber que viene a la vigésimo quinta versión de la Feria del Libro en Bogotá que fundara el poeta Jorge Valencia Jaramillo y donde se consagrará una exposición en el pabellón dedicado a este país, al ser una de las voces más originales del continente.

Con su cara que parecía disecada y daba el reflejo inicial de ser maléfica, uno no podría imaginar que así era quien escribía algunos libros infantiles.Después supimos que gracias al cigarrillo que no abandonó, la escritora, al quedarse dormida con uno prendido, provocó un incendio que destruyó del todo su alcoba y le dejaría quemaduras en gran parte del cuerpo, la mano derecha afectada sin movilidad y que revestía con un guante misterioso. Su estado de ánimo jamás fue recuperado, lo que la impulsó aquella vez, en el hotel en Cali, a lanzarse con deseos de suicidio desde un tercer piso sin mayores consecuencias. Fue el escándalo del Congreso Literario entre quienes nos encontrábamos alojados allí, pero Gustavo Álvarez Gardeazábal pasó la voz que reprodujeron discretamente Mario Vargas Llosa, Jorge Edwards, Agustín Yáñez y Fernando Alegría y la noticia no llegó a la prensa.

Las fotos que conocíamos de ella por la prensa o las revistas literarias, la mostraban como una actriz de cine semejante a Catherine Deneuve aunque sin el pelo rubio.De aquel rostro esplendoroso se semejó al desastre que queda en la cara de las mujeres que la desfiguran a base de cirugías plásticas. Gustavo Álvarez Gardeazábal nos dijo que ella escribía desde los 17 años y era ya una revelación que hasta ahora se presentaba a nuestros ojos. El desconocimiento grande para entonces de la literatura del Brasil que surgía remota y sin interés, salvo los casos de Jorge Amado y Joao Guimarães Rosa, nos hizo preocuparnos por ella para llegar a sus libros, uno de ellos recién traducido por quien la acompañaba, Haydée Jofre Barroso, una agraciada y bonita mujer que nos entregó dedicado su libro sobre Carlos Fuentes y sus técnicas narrativas llena la portada de jeroglíficos geométricos en su pasta azul. Lazos de familia, de Clarice Lispector, lo había publicado en la editorial Suramericana de Buenos Aires y era factible por los precios, puesto que su otro único libro traducido al español y publicado por Siruela, Cerca del corazón salvaje, resultaba muy costoso para nosotros entonces. Al acercarnos en el marco del Congreso de literatura, sonrió con simpatía no forzada invitándonos a tomar una copa. Haydée Jofre traducía nuestras preguntas mientras aquella mujer extraña mantenía su porte aprendido en el medio diplomático de su esposo que la mantuvo de viaje en viaje por diversos países. Ignorábamos que durante la guerra había auxiliado a soldados heridos en hospitales del Brasil, de su tránsito por París, Londres o Berna en la organizada pero fría Suiza, de su intensa tarea periodística y de los problemas anímicos y de la depresión que a veces la asaltaba con intensidad. Supimos con el tiempo que había muerto en 1977 a los 56 años en Río de Janeiro y que fuera de Haydée Jofre, tradujeron sus libros Cristina Peri Rossi, Marcelo Cohen y no pocos intelectuales de su tiempo. De Clarice Lispector hablábamos sólo con Antonio de Corveiras, un español descendiente de portugueses que sí la había leídoy dirigía el suplemento literario del diario El Cronista, antes de nuestra llegada a hacerlo con su viaje a Francia, alegrándose de que la hubiéramos conocido. Algún día nos escribió de París sobre sus nuevos libros, al tiempo que nos enviaba una crónica que hizo allí persiguiendo por las calles a Samuel Beckett, el asistente y discípulo de Joyce que ganara el Premio Nobel de Literatura en 1969.

El reconocimiento que se hace de su nombre en la Feria Internacional del Libro en Bogotá, nos permitió llegar hasta la galería donde se cuelgan sus fotos, se muestran sus libros y se le rinde en Colombia un homenaje al Brasil como país invitado. Aquella mujer que declaraba con razón su amor por Dostoievski, regresó a nuestro recuerdo como el título de su primera novela: La manzana de la oscuridad.