Algunas sombras:
radiografía del periodismo
El nuevo libro de
Alexander Correa Carvajal
Con el
subtítulo de “historias ocultas en las salas de redacción. Lo que no se informa
al público. Relaciones de los medios y el poder”, Rubén Darío Correa se
aventura a la publicación de otro de sus libros, este es el tercero, donde sus
112 páginas se leen de un tirón. Me parece un texto agradable aunque descuidada
su edición y ante todo valeroso por lo que se atreve a denunciar poniendo en
evidencia las trapisondas y las intrigas de quienes hacen un periodismo
mercenario en el Tolima. No pocas de las historias allí relatadas con un
lenguaje que a veces tiene vecindad con la literatura, son parte de la
comidilla cuando a los periodistas locales se refieren como una manera de
ejemplificar a estos negociantes vulgares y ordinarios de la comunicación.
Producen asco y tristeza las anécdotas, porque es igualmente un libro de
anécdotas, por cuanto el subdesarrollo mental y la escasa cuantía de numerosos
llamados periodistas tienen aquí evidencia, no siempre documentada, lo que es
igualmente una gran falla, quedándonos la sensación de vacío en varios casos.
Si bien existe un marcado talento para la buena crónica, tan escasa en estos
días, no pasan algunas noticias de las aquí registradas como las de simples
rumores, sin que en la mayor parte de los casos no abunden los buenos
argumentos y el carácter para escribir con franqueza sobre lo que pudiera ser
un balance de lo que ocurre con algunos paradigmáticos periodistas de la
región. Oscuro panorama el que tenemos al frente y que sirve como texto a
estudiantes de comunicación social para que sepan cómo no ejercerlo si desean
como debe ser no únicamente una práctica noble en la vecindad con la ética sino
que se conviertan en huéspedes y vigilantes de ella. El abatimiento es la
ilustración principal porque sentimos asomarnos a un inodoro repleto de
inmundicia cuando debiera ser todo lo contrario. Nada mejor que el periodismo
profesional para solazarnos en investigaciones y textos que merecen no la
relampagueante duración de una noticia sino la luz en jornada continua para iluminar
épocas, generaciones, personajes y hechos que merecen ser recordados. Si el
periodista es el notario de la historia, qué mal estamos de notarios donde se
registran como verdaderos hechos falsos, se desbaratan prestigios al ritmo de
los intereses comerciales o broncas particulares, se santifica o sataniza de
acuerdo a la tarifa. Libro para reflexionar seriamente en otro de los males
regionales que termina equiparándose a la gravedad de la violencia y al hambre,
a la discriminación social o política, al ejercicio de la calumnia como si
fueran enemigos personales de la verdad. La desolación es lo que se respira
frente a la corrupción, bien calificada por algunos como el peor de los males
en Colombia junto a la impunidad. Cómo estamos de mal por estos lados si lo
afirmado por el autor es totalmente cierto, lo que en gran medida percibo y
conozco, ofreciendo aquí una radiografía despiadada de nuestro periodismo local
por dentro. Ojalá estudiosos de la historia regional procesaran lo dicho en
este libro valioso y valiente para enmarcarlo dentro de los procesos de las
causas de nuestra decadencia sin olvidar los tiempos de esplendor ni a quienes
con la guardia en alto encarnan el oficio con orgullo. Porque si bien resultan
mal librados los que han actuado mal sin que la historia los absuelva sino cada
vez los condene, también no debe generalizarse porque existen diferencias entre
los que encarnan las falsas monedas y las verdaderas.