A MIRADA AL PAÍS DE LOS SUEÑOS DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ BAJO EL ANÁLISIS DE CECILIA CAICEDO.

 CECILIA CAICEDO
La alegría que trae la Feria Internacional del Libro en Bogotá, dedicada cada año a un país invitado, lo hizo este con uno imaginario o literario cuando está tributada a Macondo, pero a su vez a la voz de la escritoras como un homenaje. Dentro de ellas, nos detenemos en el útil y revelador libro de ensayos de la ya prestigiosa crítica literaria Cecilia Caicedo, quien también ha escrito buenas novelas. Nos referimos a  Macondo, país de sueños,  un milagro de síntesis en su nuevo libro, pues logró reducir su enjundioso trabajo de 900 páginas a sólo un centenar. El original le sirvió de tesis para optar su doctorado en la Universidad Complutense de Madrid, pero a solicitud de su editorial Caza de Libros, realizó el complejo oficio de su resumen sin perder lo esencial. No es que se trate de un cercenamiento porque lo demás era inútil, sino de una agradable sinopsis al no requerir de todos los requisitos que exige el grado académico y para facilitar al lector el carácter y las líneas de su estudio.

No son pocos las tesis que sobre nuestro premio nobel se han cumplido hasta hoy, pero en Macondo: país de sueños, la investigadora se va a los remotos orígenes y a cómo percibía la crítica internacional al hijo de Aracataca hasta 1972, fecha límite de su trabajo.  El aporte es significativo desde “recoger la metáfora política de tanta importancia en su obra, hasta examinar la soledad como el sustrato alimentador de toda su obra novelística”. Causa alegría encontrarnos con citas a reportajes y entrevistas del mismo autor en aquella época y la comparación luminosa con autores de su momento para su valoración, particularmente las que tienen que ver con la movilidad de los personajes, ambientes y situaciones. ¿No fue ese el comienzo la  nueva narrativa hispanoamericana? Bien lo dice la autora: “Dentro del espacio definido por lo verosímil el artista se ha movido por zonas centrales o ha preferido acercarse a la frontera de lo imposible. Acercarse no transgrediendo lo real sino imprimiéndole a lo irreal el sello de la realidad, lo posible incluso tiende a lo imposible y a su vez lo imposible se hace perfectamente posible. Pero tanto lo uno como lo otro dicho dentro del más absoluto y claro realismo. El autor juega a racionalizar el misterio, a justificar lo maravilloso, a articular como historia la fabulación. Esa conjugación de realismo y fantasía alucinante es utilizada como un eficaz instrumento para penetrar en las circunstancias profundas del hombre, la vida y el continente americano”. ¿Cuáles son los orígenes del realismo fantástico? Aquí está bien sustentada la tesis bajo diversas lecturas de entonces cumplidas por críticos y que nos aclaran y ayudan a entender mejor la obra de un escritor maravilloso. Los tiranos, la violencia política, el feudalismo mismo, la soledad en el amor, las comparaciones con otras obras de la gente del Boom como Cortázar y una deliciosa bibliografía, forman parte del libro de Cecilia Caicedo, que sin duda es un aporte a los estudiosos de GGM e inclusive para los curiosos que deseen visitar los pormenores de su mundo. 


Vale recordar que Cecilia Caicedo, quien nació en un municipio de Nariño y en cuya universidad recibió el título de Licenciada en Filosofía y Letras, se especializó en Literatura Hispanoamericana en el Instituto Caro y Cuervo y en literatura en el Instituto de Lengua Hispánica de Madrid, ciudad donde realizó su doctorado en la Complutense. A partir de 1990, un año memorable de su carrera, empezaron a aparecer sus libros producto de pacientes y exhaustivas investigaciones, al igual que su trabajo como novelista. En cuando los lectores conocemos un texto ya clásico llamado Yurupary, alrededor de los orígenes de la literatura colombiana; la novela en el departamento de Nariño; Patrimonio Bibliográfico de Risaralda, en cuya universidad tecnológica ha sido destacada profesora titular a lo largo de varios años y la breve novela La ñata en su baúl que fue traducida al alemán y al húngaro. Dos años más tarde, uno de sus cuentos se seleccionó en Hungría y en el 2011 apareció su segunda novela Verdes sueños, la que pudiéramos llamar entre la historia y la ficción, la verdaderamente emblemática de Pasto. En este 2015 nos deleitamos y aprendimos con su libro Colombia vista desde sus novelas, 1990-1995, lanzando ahora por Caza de Libros Macondo país de sueños.   
El año del verano que nunca llegó
La nueva novela de William Ospina

La ventaja de un buen mago es la de asombrar cada vez que se presenta al público y se anuncia un nuevo número, al igual que deben hacerlo los escritores empeñados en no dejar su oficio y en capturar cada vez afectos y admiraciones a lo suyo. Nos acaba de ocurrir con la lectura voraz que hicimos de El año del verano que nunca llegó y que se remonta a hechos literarios, culturales e históricos ocurridos e imaginados en el Siglo XVIII. El juego que presenta el autor es diverso y si alguna vez Álvaro Mutis quiso escribir una novela gótica de tierra caliente, esta es de tierra fría por el país donde transcurre y por las cosas que se cuentan. Si miráramos la estructura nos encontraríamos con un rompecabezas donde el tono autobiográfico, el diario de viajes, la poesía, la historia y hasta la biografía cumplen su papel protagónico, centrándose la acción en villa Diodaty donde tiene lugar un curioso encuentro de tres días de noche entre un grupo de talentosos, geniales y extravagantes escritores que no sólo son parte de la historia de la literatura sino de la leyenda. Allí se reúnen Shelley, su esposa Mary Wollstonecraft, Lord Byron, Klara Klermont su amante y hermana de Mary Wollstonecraft, lo mismo que Polidori, médico del poeta. La hermana de Mary es la única que les sobrevivió a todos, puesto que sus protagonistas desaparecieron en un plazo de ocho años muriendo jóvenes y de manera trágica.  Es en villa Diodaty la sede de sueños y pesadillas de donde salen personajes como Frankenstein y el primer vampiro que daría lugar a Drácula.

Días o noches de espanto por el crudo invierno cuando debía haber verano debido a la explosión de un volcán en Indonesia y en donde la imaginación conspira para dar nacimiento a personajes literarios que aún persisten en la historia de la humanidad, el cine y la literatura. El escritor nos declaró un día y a propósito de esta novela que aún se encontraba escribiendo, cómo “La ficción es eso, es un clima de libertad en el que uno no cuenta cosas ficticias sino cosas reales jugando a que son ficticias. Eso deja mover las alas. A veces, la sensación de que uno está contando con rigor hechos que ocurrieron de los que se tiene que respetar todo, lo deja a uno maniatado, uno se libera y rompe las ataduras”.

Al estilo de las grandes novelas norteamericanas que ambientan y describen el escenario en que van a moverse sus personajes, el lector se tropieza inicialmente con capítulos que relatan cómo fue el invierto en el año 1816, otro donde se cuenta cómo trascurre en la China porque allí tampoco hubo verano y hasta lo que pasa en Indonesia porque es allí la erupción del volcán, sucediéndose lo que al narrador le pasa en Buenos Aires donde se encuentra con la historia y empieza a buscar. Las recurrentes visitas del escritor a lugares como Ginebra cuando visita la casa de los poetas, objeto de su libro, sus búsquedas y obsesiones con el tema en el que van profundizando con pasión, irán conformando el desarrollo del libro donde el lenguaje cumple el papel de imán y seduce, puesto que en literatura no cuenta a veces tanto lo que se cuenta como la manera de hacerlo.   

Podría para muchos resultar una historia fría, aunque con la persecución del relato se pase por varios climas. Uno ve a veces un diario de viajes y advierte que es la primera vez que el autor habla en primera persona de sus circunstancias. Quizá este tono que revela los secretos de un oficio cuando el escritor queda atrapado por el tema y los protagonistas sea un gran hallazgo, en particular para el estilo de Ospina. No son pocos los libros y las películas que han aparecido a lo largo del tiempo alrededor de la vida de sus escogidos, pero aquí existe una versión particular que resucita a los poetas y escritores desaparecidos. Lo único cierto al final es que se trata de una excelente novela por cuyo apasionante viaje vale la pena incursionar en sus páginas. Y también que William Ospina continúa encarnando a unos de los grandes escritores de este tiempo.