EL REGRESO DE JORGE GARCÍA
Por: Carlos Orlando Pardo
Ahora nos aparece como traído de ultratumba un nuevo profeta que dice tener las fórmulas para arreglar lo de la pobreza en el Tolima. Refiere su experiencia con la sorna de los descarados y dice cínicamente, como si por aquí no tuviéramos memoria, que quiere ser otra vez gobernante en estas tierras.  Pretende descrestarnos nuevamente escudado en su buena estatura y suponiendo que nosotros la confundimos con grandeza cuando es enana su medida mental. Gracias a los apellidos y por llevar los de su hermano ex Senador que sí tiene la dimensión de un hombre de Estado, intenta confundir los electores. Jorge García Orjuela (2004-2005), cuyo perfil era el de un técnico y un ejecutivo, terminó antes de tiempo su administración por haber sido declarada nula su elección al encontrarse inhabilitado para ella. Buena parte de sus electores se sintieron engañados porque el tema había sido ventilado públicamente con anterioridad por el abogado Orlando Arciniegas. Hizo García populismo  en todos los municipios, descuidando temas de interés como la crisis en la Universidad del Tolima o cobijar a más de 30 mil estudiantes que se quedaron sin terminar su año por falta de maestros. Para completar el cuadro de su administración, la misma Contraloría General de la República conceptuó, tras una laboriosa investigación, como “desfavorable”  la gestión en la Fábrica de Licores y la Lotería del Tolima. Al dejarlas en entredicho instaura la auditoría que estableció 46 hallazgos negativos en la licorera, entre ellas compras indebidas,  sobre costos en algunos contratos y no acatamiento de las normas legales. Señala la entidad que “se incumplieron las políticas de austeridad y racionalidad en el gasto, se registraron diferencias entre los valores ejecutados y registrados en el presupuesto y tampoco se acataron las disposiciones legales para su ejecución”. Y la lotería, durante el mismo período de García, desarrolló su actividad mostrándola “ineficaz, ineficiente y antieconómica”*[1] A su salida, el paisaje que mostraba el departamento hacia el futuro no era halagador. En nada se modificó el índice de pobreza del 64%, equivalente a más de 600 mil coterráneos y el de miseria sobrepasando el 27%. Si a toda esta vergüenza social le sumamos el ya famoso desempleo que iba entonces al 24% como para tener 50 mil ciudadanos sin oficio tan sólo en Ibagué, pero con niveles superiores en los municipios, el drama es superior. Para ir completando el panorama nos tropezamos con que los desplazados superaban la cifra de 20 mil y que fueron, como ya está advertido, más de 30 mil los estudiantes que se quedaron sin cupo en el gobierno de García. Para colmo de males se tenían grandes esperanzas en esa administración, pero la Contraloría General de la República la conceptuó como “ineficiente, ineficaz, antieconómica e inequitativa, excediéndose en los límites máximos de los gastos, incumpliendo las políticas de racionalidad y austeridad”. Con razón califican su paso por el Palacio del Mango como un ejemplo de politiquería clientelista y corrupta de acuerdo al entonces representante Hugo Ernesto Zárrate.  De todos modos lo cubrió en otro sentido la buena suerte porque el presidente Uribe por esta época dio comienzo a las anheladas obras de modernización vial del túnel de la Línea, la construcción de la doble calzada de Bogotá a Ibagué, el recomienzo del Triángulo del Tolima y la continuación del proceso de restauración del panóptico de Ibagué, como acciones excepcionales para el progreso del Tolima y el país, ante todo gracias a la labor de Álvaro Cuartas Coymat en la dirección de cultura y a la decisión del presidente Uribe en todos los temas.  Seguro cubriéndose de aciertos ajenos quiere regresar, pero los propios ya están a la luz y no habrá ingenuos que vuelvan a creerle. Su candidatura no es más que un chiste de mal gusto.
[1] diario El Nuevo día, jueves 21 de septiembre de 2006, página 5A