DARÍO ORTÍZ SIGUE BRILLANDO INTERNACIONALMENTE

No podemos pasar por alto esta nueva brillante participación de Darío Ortiz Robledo en la ya famosa exposición que se cumple en Shanghai. A su lado se encuentran los más famosos y consagrados artistas de Colombia para el mundo como Fernando Botero y otros de no menos importancia como Alfonso Álvarez, Hernán Miranda, César Bertel, Gustavo y Mauricio Vélez y Rafael Barrios, todos con una obra sólida y que se abre por su calidad espacio en diversos lugares del mundo. La inauguración que se cumplió el pasado 11 de septiembre con asistencia masiva, dejan gozar a los chinos del esfuerzo de nuestros artistas. Pero no es esta la primera vez que el ibaguereño universal Darío Ortiz es invitado a aquellos remotos lugares, puesto que se ha convertido desde hace ya no poco tiempo en un artista indispensable para ellos en el goce del arte. 
Con esta muestra, el pintor que va por el mundo pero no olvida a los suyos porque nos ha dejado el Museo de Arte del Tolima, consolida una tarea que empezara a partir de los primeros años. Su virtuosismo ilumina cualquier salón en varios lugares de Estados Unidos o América Latina, países de Europa y museos de toda Colombia. No puede uno menos que alegrarse mucho con los triunfos seguidos de un pincel maestro y de un ser humano maravilloso, a veces condición extraña por cuanto algunos llamados maestros tienen más para mostrar su arrogancia y una obrita menor que no corresponde a su altivez provinciana y a su pedantería. La sencillez ha sido su compañía y no se ha quedado sólo en esta no fácil tarea, sino que va más allá al encarnar a un investigador de talla que se fija en los suyos y su trayectoria, reconociendo el quehacer de tantos que empiezan a perderse en los callejones del olvido. De ahí su investigación sobre los pintores del Tolima publicado en el Manual de Historia de Pijao Editores, o las preocupaciones expresadas alrededor de temas políticos y sociales en sus columnas periodísticas. 
Cada triunfo suyo nos llega como un sabor a menta refrescante y lo gritamos como cuando el deportes Tolima cumple un gol en los estadios. No falta quienes, como ocurre con la literatura, se dediquen a menospreciarlo en las conversaciones de café porque incapaces de tener alas se conforman con criticar el vuelo. Él, como pintor y escritor sigue ahí, siempre avanzando, sin cesar en su figuración internacional como lo hiciera desde los 18 años de manera individual y colectiva. Lo claro es que continúan sus admiradores en Austria o en Eslovaquia, en China o en Corea del Sur y siguen saliendo ensayos, reseñas, comentarios y libros con su obra, como la que Pijao Editores publicará el año entrante para conmemorar sus primeros 40 años en el trabajo editorial y una reiteración entusiasta al trabajo de un artista sobre el cual ya publicó un libro cuando él era demasiado joven, en 1998, bajo el justo titulo de la moderna antigüedad. Entre sus figuras contemporáneas basadas en temas clásicos como si lo esplendoroso del Renacimiento llegara de nuevo, entre sus cuadros sobre la guerra en Colombia no indiferente al conflicto que hemos vivido gracias al sectarismo enfermizo y demencial de los violentos,  Darío Ortiz se levanta siempre para nuestro orgullo de coterráneos como las esculturas que nos dejara para romper la monotonía del paisaje en el centro de Ibagué.