Protagonistas del Tolima Siglo XXI (2)
Por:
Carlos Orlando Pardo
Afirmamos
que el Tolima carece de protagonistas en el Siglo XXI desde el campo de la
política, sin que brillen, como sucedió en otras épocas luminosas y dábamos las
excepciones. Algunos podrían aducir que me olvido de figuras nacionales que
tienen una vigencia actual. Sin embargo, insisto, en mi anterior columna me
refería a los políticos. ¿Quién desconocería la importancia alcanzada por
nuestro Fiscal General de la Nación, Eduardo Montealegre? ¿Acaso el Procurador
electoral no ha sido punto de mira en las elecciones del país? ¿Ariel Armel con
su programa televisivo sobre los consumidores desde su Confederación Nacional
no es una figura? Esos son otros campos. Podría dirigirme a las actrices Natalí
y Cristina Umaña, a Norma Nivia o a los cantautores Santiago Cruz y Olga
Walkiria. Podríamos pensar en la vigencia que conserva en el cine, el teatro y
la televisión Jorge Alí Triana, en el prestigio de Álvaro Mutis o William
Ospina, en la figuración de Germán Santamaría o Jorge Eliécer Pardo, en la
reputación periodística de Silverio Gómez, en la creciente consolidación de un
empresario como Miguel Merino. Son pero no eran de la cosecha política. Y
ya que mencionamos escritores, quien ha logrado brillar internacionalmente y
dentro del país con sus méritos examinados en el campo del ensayo, el
periodismo, la poesía y la novela, es por supuesto William Ospina. Constituye
la cabeza de lanza de los escritores tolimenses que salvo Eduardo Santa, de la
generación de García Márquez, Benhur y Héctor Sánchez, Jorge Eliécer Pardo y
Germán Santamaría, todos por encima de los sesenta años, son los únicos que
cuentan con un real reconocimiento, sin que este sea del país nacional sino del
país cultural en estos últimos casos. Los demás nombres y obras que no son
pocas y que un día brillaron, ingresan a marcha forzada hacia el territorio de
la indiferencia y el olvido, salvo que se trate de los balances e inventarios
que alrededor de la presencia de los tolimenses se realice. Quedan ahí vigentes
en el país, poetas como Juan Lozano y Lozano, Germán Pardo García y Arturo
Camacho Ramírez. ¿Qué pasa con la nueva gente? ¿dónde están los valores
menores de cincuenta años? El listado resulta extenso como bien lo registran
algunos de mis libros de investigación y cuentan con una nombradía menor en los
círculos académicos y hasta en los suplementos culturales de provincia, en la
contabilidad de premios nacionales de poesía, excepcionalmente de narrativa y
los libros antológicos de universidades o grupos culturales
independientes. Sin embargo no se avizora en ellos la gran figura sino
conforman un equipo de tercera y cuarto orden en forma lamentable. Cuánto
quisiéramos que las nuevas generaciones fueran mejores a la nuestra, pero son
más grandes los deseos que la realidad y aumentan los llamados escritores,
poetas y novelistas, autores de ensayos, por ejemplo, pero en general son
libros de menor cuantía. ¿Dónde están las traducciones a otros idiomas como
sucedió con nosotros cuando aún éramos jóvenes? ¿Dónde su inclusión en
antologías representativas del país? ¿Dónde su mención destacada o simplemente
su mención en los estudios sobre literatura colombiana? ¿En qué lugar su
aparición en los grandes medios? ¿Qué editoriales grandes los han publicado?
Frente a la ciencia el caso es similar. Exceptuando a Manuel Elkim Patarroyo,
Felipe Coiffman y Elkim Lucena, no surge en los nuevos, salvo Sócrates
Herrera, ninguno que se destaque plenamente. Si bien es cierto se trata de un
campo donde no es la edad sino el tiempo el que arroja resultados, nuestra
búsqueda nos deja un vacío desconsolador. Qué no decir del deporte. Las
sillas siguen vacías. No nos importa tanto que haya notables sino por lo menos
gente feliz, pero no puede existir en una sociedad cuyos niveles ya no tanto de
pobreza sino de miseria son los que se destacan. Inclusive los niveles de
desempleo son alarmantes y la crisis de la educación y la salud tocan la puerta
de sus hogares en medio de la discriminación y la tristeza. La inseguridad
pasea sus dientes por todas partes así alguien diga que en Ibagué y el Tolima
se siente uno en el paraíso porque todos andan pelados. La esperanza no se
pierde sin embargo porque merecemos una segunda oportunidad sobre la tierra.