LA NUEVA NOVELA DE
CARLOS ORLANDO PARDO
Por: Hernando Galeano
Navarrete.
No se trata de una
novela histórica sino de una ficcionalización de la historia donde el movimiento
entre la aventura, el romance, la guerra y la muerte tienen su escenario. A través
de un lenguaje ágil y melódico como ha sido característico en la prosa de
Pardo, de tres planos definidos que ofrecen variabilidad a la trama y de
inmensa riqueza en la ambientación de la atmósfra en que se mueven sus
personajes, el autor logra sin duda convertir en imán cada página que nos lleva
atrapados de comienzo a fin sin que asome el cansancio sino la sorpresa por los
variados acontecimientos que narra con solvencia. Sumirnos en los episodios de
la segunda mitad del siglo XIX donde empezó a construirse la república y ver
ahí a sus protagonistas con sus flaquezas y valores en una tarea nada fácil, es
parte de la magia de un autor que personifica la madurez en un oficio al que ha
dedicado más de cuarenta años de su trasegar. En El beso del francés no
se encuentra ante todo el olor a pólvora y el ruido de la fusilería que arroja
la miseria de la guerra o de las muchas guerras registradas, sino el calor de
la esperanza en cada paso a los que se atreven los protagonistas y su gente
para alcanzar sus sueños. Avanzan buscando un paraíso idealizado y lo alcanzan luchando
entre los peligros de los abismos, los bosques indómitos, los animales salvajes
y la ambición, el frío intenso y la envidia que carcome al ser humano muchas
veces, así como al deseo de poder que en tantas ocasiones conduce al crimen y a
lo rampante de la injusticia. No es una novela más sino una gran novela que en
500 páginas encierra todo un mundo pero no sólo examinado hacia fuera sino con
los fantasmas y las obsesiones que viven como otra manera del combate.
El beso del francés
resulta entonces una ingeniosa novela donde tres fugitivos son objeto de un
sino inexorable que se empeña en amalgamar sus destinos para fundar un pueblo
en medio de un conflicto y sobre una de las crestas más hermosas de la
cordillera central de Colombia.
Un francés (Desiré
Angeè), una monja del altiplano andino (Mercedes González) y, un colono
antioqueño (Isidro Parra), son los protagonistas centrales de la obra con
una historia que se desarrolla durante
la última mitad del siglo XIX. El inmigrante europeo huye de los conflictos de
las postguerras napoleónicas, la monja de la persecución del Presidente
Mosquera y, el colono paisa del hambre y la falta de tierras suficientemente
fértiles como para permanecer con sus familias de manera digna. El francés
soñaba con un paraíso lejos de los conflictos pero muy cerca del amor al lado
su propia Monalisa; La monja anhelaba una vida tranquila lejos de las
persecuciones religiosas y muy cerca de Dios, e Isidro Parra soñaba con un
lugar para sus familias donde pródigas tierras aseguran un futuro de
abundancias en medio de un paisaje paradisiaco, pero sobre todo en paz. No
obstante tan válidos propósitos, los conflictos de la época por la propiedad de
la tierra, la concepción del Estado y las libertades religiosas, convierten a
estos tres hostigados en seres inmersos en medio de una contienda que no estaba
presupuestada en ninguna de sus quimeras.
Finalmente los tres
fugitivos dejan sentadas las bases para que sus descendientes hicieran del
valle de Anaima un próspero pueblo cafetero cuna de soñadores, artistas y
poetas que iluminarían con luz propia las historias que se escribieron muchos
años después.