Una vocación regional
Por:
Augusto Trujillo Muñoz
El
Tolima celebró el 12 de abril el 152 aniversario de su creación como estado
soberano.
En medio de una programación auspiciada por
el gobernador Luis Carlos Delgado, se rindió homenaje a la memoria del ex
presidente Manuel Murillo Toro y a la vida del científico Manuel Elkin
Patarroyo. Así mismo, se conformó un grupo para trabajar por la defensa del
activo espiritual, considerado como el gran patrimonio de los tolimenses.
Así
como otras regiones se distinguen por su desarrollo empresarial o por su oferta
turística, el orgullo tolimense valora más sus expresiones folclóricas y su
capacidad dirigente en el proceso de construcción institucional del país.
Suelen
decir algunos tolimenses que las instituciones fundamentales para el desarrollo
de la democracia han sido gestionadas por dirigentes nacidos en esa región.
Para empezar los hermanos Samper, Aníbal Galindo, Francisco Eustaquio Álvarez,
los hermanos Pereira Gamba, entre otros, hicieron posible la carta política de
1853 que, por primera vez, estableció la autonomía provincial en nuestra
historia republicana.
En
1910 Nicolás Esguerra propuso la acción pública de inconstitucionalidad que se
convirtió en aporte del derecho colombiano a la ciencia jurídica universal.
Veinte años después un equipo inspirado por Alfonso López e integrado por Darío
Echandía, Carlos Lozano y Lozano, José Joaquín Caicedo Castilla, Antonio Rocha,
Rafael Parga Cortés, Alberto Camacho Angarita, entre otros, construyó
instituciones modernas y conformó, sin proponérselo, una escuela de pensamiento:
La “Escuela del Tolima”.
En
1987 el sector privado tolimense, en carta abierta al país, reclamó la
convocatoria de una Asamblea Constituyente, antes de que lo hiciera cualquier
otro colombiano. Y en 1991 Alfonso Palacio Rudas, ilustre hijo de Honda, fue ovacionado
por sus compañeros como el más conspicuo de los miembros del cuerpo
constituyente.
Quizás
por todo eso la actual creación literaria de los tolimenses muestra clara
tendencia hacia la novela histórica. Inaugurada por Darío Ortiz Vidales al
comenzar este siglo, se fortaleció primero con las obras de Jorge Eliecer Pardo
y William Ospina, y luego con las de Carlos Flaminio Rivera y Benhur Sánchez.
Ahora
dicha tendencia se fortalece con “El beso del francés” de Carlos Orlando Pardo,
presentada hace pocos días en el marco de la feria internacional del libro de
Bogotá. Su obra, además, se extiende al ámbito de la no ficción: recoge la
memoria histórica de la región y de sus protagonistas, en múltiples áreas de la
actividad intelectual.
El
Tolima quiere encontrarse a sí mismo en las expresiones de la inteligencia de
sus mejores hijos. No hay uno sino varios Tolimas: uno en el llano y otro en la
cordillera; otros más en el norte, en el sur y en el oriente. Quiere
encontrarse en su diversidad, como una tierra capaz de dar ejemplo de
convivencia y de respeto por el otro, ahora que tanta falta nos hace
privilegiar el consenso sobre la polarización.