PERIODISTAS Y PREMIOS
Ha tenido el Tolima la fortuna de contar con excelentes periodistas a lo largo de las últimas décadas. Buena parte de ellos han logrado sobreponerse a la jauría nacional e imponer a base de talento, disciplina y estudio, profesionalismo y rigor, el fruto de su constante esfuerzo y con el paso incontenible de los años construir un nombre respetable. Alcanzan en no pocas ocasiones a encarnar verdaderos paradigmas y si se realizara una antología de sus trabajos, allí nos tropezaríamos sin dificultades con el buen uso del idioma, la investigación debida para cada tema, la economía del lenguaje, la información adecuada y sin sesgos malintencionados, al igual que una preocupación permanente para abordar los temas y los personajes que interesan al país o a la región. Es así como al repasar el compendio que con motivo de los 36 años de institucionalizado el famoso premio Simón Bolívar de periodismo, allí, como en un Libro de Oro, surjan los nuestros en forma proverbial. Durante esas décadas, los tolimenses lo han logrado igual número de veces como una manera de mostrar su validez frente a todos los competidores del país. No queda la menor duda de su enaltecimiento a una profesión que inclusive se ha vuelto peligrosa cuando de mostrar la realidad real se trata y no la ficticia que quisieran los interesados en quedar como personajes y víctimas cuando en realidad encarnan todo lo contrario. No significa en relación al desempeño del periodista que el cuadro de honor que detallaremos al final indique que sean los únicos, por cuanto son numerosos quienes de sol a sol encarnan un trabajo si bien es cierto apasionante, también agotador y de tensión continua. Los grandes de las provincias, en ocasiones, terminan tomando el camino injusto del olvido después de haber testimoniado la historia de los pueblos en el diario acontecer. Sin importar, desde luego, que nada haya más viejo que el periódico del día anterior, o en el caso de las emisoras nada más pasajero que las palabras que se lleva el viento. Es como si correspondiera poner un huevo cada día al decir de don Roberto García Peña. Lo único claro es que el día del periodista que acaba de celebrarse es, como el día de la madre, un oficio de cada día y una responsabilidad demasiado seria. Sobre sus avatares, el intelectual y colega Camilo Pérez Salamanca publicó un libro que registra en detalle esta historia para que no se olviden sus nombres y que salta como un testimonio de lo que ha sido este laborar en el Tolima desde tiempos tempranos. Y Ahora van nuestros premios Simón Bolívar que parten desde Alberto Mendoza Morales en 1976, un año después de creada esta distinción, nada menos que seis de Germán Santamaría, el ya clásico cronista que asombró al país y encarna un símbolo paradigmático, los cuatro de Juan Carlos Giraldo Palomo, jefe judicial de RCN, autor de varios libros y oriundo de Mariquita y los mismos cuatro para Carlos Ruiz, hermano del famoso Tico Tico ya desaparecido y quien fuera igualmente un gran periodista radial. No faltaron allí el legendario reportero gráfico Jorge Parga con tres premios sin contar sus internacionales, Fernando Barrero Chávez y Juan Lozano, los dos de Silverio Gómez y la notable figuración de Hernando Corral, por toda una vida, Gloria Valencia de Castaño, Gloria Triana, Álvaro Osorio, Olga Piedad Torres, Gilberto Buitrago y Naide como caricaturista. Muchos de ellos son ya instituciones de los medios radiales y escritos del país y evocamos sus nombres como un ejemplo en lo que Albert Camus llamara el oficio más lindo del mundo. Así como cada minuto empieza a pertenecer al inventario de la eternidad, el registro diario de los acontecimientos se convierte en parte de la historia. Y son eco de ella los colegas que usualmente mal remunerados tienen esta responsabilidad sobre sus hombros para recibir tan sólo en su día  felicitaciones, medallitas, discursos, palmadas en la espalda y algunos almuerzos con discurso de postre. Abrazamos a los de verdad porque existen otros que se convierten en reproductores de noticias sin comprobar la veracidad de ellas. O en mercenarios de noticias que es una forma de sicariato moral. Aunque un punto importante y definitivo en la democracia es su defensa y la de mantener como canon fundamental la libre expresión del pensamiento. La vida nacional tiene la presencia de periodistas con vocación y profesionalismo y de los principios alrededor de los derechos humanos. Por ellos se crecen los medios, las regiones y el espíritu de convivencia. Son protagonistas y líderes. No deseamos un periodismo atrapado. Por la libertad un brindis y por el oficio un abrazo.
Ibagué, 9 de febrero de 2011