Cien años de novela en el Tolima

Reconfortante para estudiosos y escritores de la tierra el estudio académico que acaban de publicar profesores de la Universidad del Tolima pertenecientes a un calificado grupo de investigación. Libardo Vargas Celemín, Jorge Ladino Gaitán, Leonardo Monroy Zuluaga y Carlos David Leal Castro, conforman el equipo de estudiosos que durante varios años se dieron a la no fácil tarea de escudriñar lo producido en un siglo que parte desde 1905 y llega a cien años después, para ofrecer un denso y sesudo trabajo que sin duda será capital para quienes deseen ingresar por este grato laberinto. Lo hemos leído con devoción y aplaudimos el esfuerzo, sobre todo porque es usual que en el Centro Universitario dejen de lado la región en este y otros campos como si mereciera el desprecio puesto que ahí pierden, según algunos, el sentido de la universalidad.  Tanta suficiencia pretenciosa que los aleja del entorno y los aísla de su propia realidad, los deja de por sí fuera de órbita y sin aporte real alguno por encima de sus especulaciones, como no ocurre con este estupendo ensayo, una señal de identidad de la región, donde exploran, valoran y difunden para conocimiento de lectores del Tolima y el país, la existencia de unos autores y de alguna manera de una literatura.
Toda literatura, sin excepción, es un mensaje para su época, así refiera la de cualquier tiempo y con determinado estilo. Las novelas nos ofrecen niveles de realidad tanto social como formal y éstos devienen como prueba fehaciente de su validez o su fracaso. Octavio Paz decía, que para recobrar nuestro presente es necesario recobrar nuestro pasado y sobre todo recobrar la conciencia de nosotros mismos. Balzac, por su parte, afirmaba de modo perentorio que la novela es la historia secreta de las naciones. No puede decirse que exista en rigor una literatura tolimense con todas las implicaciones que este concepto requiere, pero existen, por supuesto, escritores del Tolima dedicados a la narrativa, cuento o novela, y trabajando la historia, el teatro, el ensayo y la poesía. Sin embargo, en térmi­nos genéricos, por ser oriundos del departamento, han sido clasificados como pertenecientes a la Literatura Tolimense, en cuyo trabajo de difusión debe destacarse, sustancialmen­te, a Pijao Editores que los ha publicado a todos, en su gran mayoría, salvo raras excepciones, sumándose a esta tarea en forma prolífica Caza de Libros en los últimos cuatro años. Lo que sí es pertinente advertir es cómo, nunca antes, a lo largo de su historia, tuvo este sector del país un conjunto tan numeroso y algunas veces representativo de escritores, concretamente en el campo de la narrativa y aquí, el libro publicado cumple la misión de analizarlos, sin dejar por fuera el calificar con rigor a quienes apenas se atreven a poner tal título a sus libros sin cumplir con las mínimas exigencias artísticas o a determinar a quienes han logrado cumplir con la tarea. De todos modos, por encima de cualquier pretensión, lo regional existe y es la palabra la que lo representa como destino humano. Ahí están las huellas de su historia en las novelas, el reencuentro con los muertos a que aludiera Sábato. Ilustra esta tesis Carlos Fuentes señalando que Cervantes nos dice cómo no hay un presente vivo con un pasado muerto y que sin nuestra memoria, que es el verdadero nombre del porvenir, no tenemos un presente vivo y un aquí nuestro donde el pasado y el futuro verdaderamente encarnan. Mucho habría que decirse, pero por ahora va la invitación a recorrer las páginas de Cien años de novela en el Tolima, tarea esta que cumplimos a nivel de comentarios con mi estudio sobre novelistas tolimenses publicado por Pijao hace algunos años  y que ahora, con entusiasmo, veo continuada con rigor académico por este grupo maravilloso de analistas.