PEDRO PABLO CONTRERAS
Y LOS SESENTA AÑOS DE VELOTAX
No muy lejanos parecen
hoy los tiempos, en que un muchacho ahorrador y disciplinado, guarda en una
alcancía las monedas de cinco centavos que caen a sus manos y que al final del
año, al romperla, tiene los 3.200 pesos con los que compra el primer taxi
Studebaker, el 0323, con el que abriría su destino. Parecía tan organizado como
en los días de su adolescencia estudiando con los hermanos Maristas, cuando
acompañaba a su padre, conocedor de los secretos de la ingeniería, a verlo
trazar los planos de la carretera de Ibagué a Cajamarca, y al que disfrutó
compartiendo como amigo personal, el general y candidato a la presidencia
Vásquez Cobo, tres circunstancias que habrían de acompañarlo toda la vida hasta
los tiempos de hoy: el transporte, las buenas amistades en la política y el
camino marcado por las carreteras. Para los días que corren, al gran Pedro
Pablo Contreras no le alcanzan las paredes de su casa para colgar todas las
condecoraciones recibidas a lo largo de su admirable lucha. Pero tampoco le
caben en el cuerpo y en el alma las que entregan desde lo profundo de su
corazón centenares de tolimenses y de colombianos que le agradecen que él
exista. Porque gente de su categoría humanitaria parece haber desaparecido de
la faz de la tierra, lo que lo convierte en un hombre rico en amigos pobres, aunque
lo sea en amistades de alta categoríaempezando por el mismo presidente de
Colombia, el actual o los que han gobernado al país en el último medio siglo.Él
sabe, como Confucio, que es mejor prender una vela que maldecir en el infierno.
No son pocas las penalidades y traiciones por las que ha tenido que atravesar
desde tiempos tempranos, pero su fortaleza interior le permite levantarse como
un guerrero auténtico. De conductor de carros a conductor de empresas se empina
sobre 60 años de lucha impenitente como aquel astronauta que fue capaz de
plantar una bandera sobre la luna bajo la luz de las estrellas. Admirable su
tarea de esperanza y desarrollo en el transporte. Él es no sólo uno de los más
destacados protagonistas del Tolima desde el siglo XX, sino uno de sus
paradigmas. De allí que no dudemos en destacar su vida ejemplar como una
muestra de lo que puede un hombre obstinado para cumplir sus metas. Y no
necesitó para su éxito de pergaminos universitarios ni de títulos nobiliarios
distintos a una condición humana basada en el deseo de servicio, la humildad y
el espíritu comunitario. Más de medio
siglo de trabajo al frente de una cooperativa como la de Velotax es un hecho
notable, pero también los noventa y dos fructíferos años que cumple dando luz al
Tolima y al país y nos produce alegría con su existencia.
Velotax pertenece al
inventario imaginativo y popular del Tolima y parte de los habitantes del país
de varias generaciones. Ellas crecieron sabiendo qué era la empresa y no pocos
sabiendo quién era el empresario, el líder del sueño, el comandante de la nave
que lideró la modernización del transporte en Colombia. Fácil entonces decirlo
para no estacionarnos en el largo viacrucis cruzado para convertirse en lo que
es. 60 años persistiendo con paciencia y sin tregua en una larga y empecinada
lucha por traer el progreso a la región, brindar trabajo y construir un símbolo
de progreso y cumplimiento no es tarea fácil. Sin embargo hoy, aquí, vemos que
no es simplemente una reunión más de amigos de la empresa en un aniversario
significativo, y del incomparable Pedro Pablo Contreras Jiménez, su gestor, sino
expresa un importante y revelador acto simbólico de cariño y respeto por una
cruzada admirable. Velotax, una empresa del futuro sirviendo en el presente,
llevó su impronta desde los años ya perdidos de 1953 cuando la funda.
Contó primero con siete
automóviles que vanidosamente cubrían una cuadra de la plaza de Bolívar en
Ibagué y desde entonces, el 13 de abril de 1953, no ha dejado de crecer. Las
pequeñas organizaciones que como Flota Águila, Colombia o Centenario, hacían
competencia, fueron absorbidas por Velotax que pronto llegó a los 120 carros y
empezó a cubrir las rutas del Tolima. Cuando la cifra se cerraba en 500 abrió
sus servicios a Bogotá, los Santanderes y Neiva, y en 1964, con 620 automóviles
importados, 1600 afiliados y un deseo de servicio, se consolidó definitivamente
como una de las grandes del país.
No tuvo nunca la
avaricia de quienes hicieron del transporte el alcance de sus ambiciones personales
sino que, de manera generosa como ha sido una constante irreversible en su
conducta, diligenció, a la luz de la legislación vigente, la formación de la
cooperativa. Con 2.814 carros empezaba la nueva historia.
Las 120 busetas Avia
que importó desde España cuando los buses en el país cargaban el atraso y pocas
comodidades, ofrecieron el primer gran despegue para que otras compañías
decidieran modernizarse en la carrera de la competencia. Automóviles, buses,
busetas, carros de encomiendas, recorren los caminos de la patria.
La política como una
pasión, la lectura como una disciplina, la música colombiana y la de carrilera
como una distracción grata, la familia como un cáliz, la empresa como un sueño
que a veces le saca pesadillas, su signo libra, indicador de equilibrio y
sentido de justicia, los viajes por el mundo y la conversación dentro de la
cual es un delicioso catador, conforman parte del panorama de este hombre
valioso.
Quien desempeñó los más
altos cargos de las mayores organizaciones de Colombia en el transporte como
las Presidencias de Analtra, Colfecar, Asotrans, Corpotrans y Conalbuses,
recuerda con especial gratitud cuando la empresa cumplió sus primeros 25 años y
conserva de aquel acontecimiento una placa de oro que le ofrecieron los
transportadores del Líbano, la tierra de su madre, doña Paulina Jiménez.
Velotax crece y atrás
quedan como satisfacción para mirar con orgullo hacia el futuro los días del
sacrificio. Hoy, los socios de la Cooperativa Velotax, empresa que cuenta con
los más modernos buses, busetas, carros de encomiendas y Van, saben que, además
de los triunfos cotidianos obtenidos por la prestación de un servicio público
eficaz dentro de la empresa privada, tienen dos fechas afortunadas: el 22 de
octubre de 1922, cuando nace Pedro Pablo Contreras, su mentor y gerente y el 13
de abril de 1953, cuando siete automóviles Studebaker se situaron en una
esquina de la Plaza de Bolívar de Ibagué para dar comienzo a un desafío que hoy
perdura con mayor fuerza.
Nos queda quitarnos el
sombrero, sentirnos orgullosos de su amistad, felices de saber que tanto ha
hecho por el avance de nuestra tierra y profundamente respetuosos por su tarea
cumplida. Su disciplina de hormiga arriera, su condición de gerente eficaz, lo
han elevado a la admiración de un pueblo que ve en él a un atento y seguro
servidor. Pero detrás suyo han estado no sólo una generación de socios,
afiliados y amigos leales como lo fuera mi padre, Pablo Pardo, presidente
de su Consejo de administración durante muchos años, sino ante todo el delicado
apostolado de su esposa Anita, dispuesta a ser su ángel guardián para cuidar
sus sueños, acompañar sus luchas y compartir las agonías, las tristezas y las
no pocas derrotas con que ha tropezado. Por fortuna ahora, en sus sesenta años,
Velotax pasa con más gloria que pena y sabemos que Pedro Pablo experimenta el
abrazo cálido y sincero de la gente de su tierra que sienten que el bunde se
mejora cuando se canta al lado suyo.
odas las
condecoraciones recibidas a lo largo de su admirable lucha. Pero tampoco le
caben en el cuerpo y en el alma las que entregan desde lo profundo de su
corazón centenares