Registro
del día en que la Federación de Mujeres del Tolima
exaltó su labor como
protagonista de la cultura de la región |
EL ADIOS A MARÍA
VICTORIA DOZA
Entre el silencio y
el llanto de quienes tanto la amamos, vi partir el carro fúnebre que llevaba el
cuerpo de nuestra amiga entrañable hacia los jardines de paz. Terminaba su
ciclo en la tierra que jamás fue en vano y nos dejaba el calor de su entusiasmo
y la suma de no pocos hermosos recuerdos. La evoco ahora cuando la conocí hace
45 años y estábamos todos tan jóvenes como nuestros sueños. Se trataba de la
estrella fulgurante y principal de la obra La orgía, de Enrique Buenaventura
que llevó a su grupo de teatro el fogoso director Antonio Camacho Rugeles. Ya
casi todos los actores de entonces están muertos y casi todos los escritores
que comenzábamos, unos más avanzados que otros como los inolvidables Roberto y
Hugo Ruiz y por ahora enfermos en tránsito final del poeta Vìctor Hugo Triana.
Por eso ahora que Maria Victoria Doza se detuvo en las profundidades del último
sueño para alcanzar descanso merecido, no deja el pensamiento y la mitad del
corazón en estacionarse conmovido ante tantos caminos conllevados a lo largo de
la existencia. Lo hicimos desde nuestra primera juventud junto a su esposo, el
poeta y periodista Víctor Hugo Triana y mi hermano Jorge Eliécer. Eran los años
setenta del siglo pasado donde nos hermanaba la poesía, el cine, el teatro, la
literatura, la radio y los periódicos. Disfrutamos admirando su poesía
secreta entonces, su estelar actuación en las obras que montaba para teatro
Antonio Camacho Rugeles y ante todo su voz inolvidable y dulce en los programas
radiales que dirigió de manera ejemplar. Su larga carrera en las emisoras de la
ciudad convirtieron sus tonalidades e informaciones deliciosas en una compañía
indispensable para sus innumerables oyentes, así como fueron oportunas su
eficacia en la secretaría de extensión cultural de la Universidad del Tolima,
dirigida entonces por el legendario escritor Eutiquio Leal o la de prensa en el
Instituto Tolimense de Cultura donde tuve el orgullo de su compañía. Jamás se
le vio derrotada ni en los momentos más difíciles y desde sus ojos brilló
continua la esperanza. Creía en la literatura y el arte y en un mejor país por
lo que luchó a su manera. Los años de confraternidad se mantuvieron
intactos en un camino largo de más de cuatro décadas y es imperativo
reconstruir algunos de los capítulos de su historia. Había nacido en Ibagué en
1952 y se graduó en el Liceo Gregg. Fue socia fundadora de la Casa Popular de
la Cultura, radio-actriz participante en festivales nacionales e
internacionales de teatro y trabajadora más que destacada de la cultura. Como
si el tiempo se mordiera la cola, terminó actuando y leyendo obras en la casa
Antonio Camacho que tan bien dirige Gloria, su hermana soñadora. Fue tímida
respecto a publicaciones suyas pero que aparecieron en antologías poéticas y
revistas literarias, habiendo dejado inéditos un libro de cuentos y su libro de
poemas titulado Juegos interiores. Algunos de sus muchos amigos nos
reunimos a despedirla y a sentir que las oraciones de los de su iglesia
ayudaban a una paz interior que nos permitieron un consuelo. Sabemos que su
nombre y su trabajo permanecerán en la memoria de quienes recibimos sus
acciones y que seguirá su ejemplo como una bandera victoriosa. Paz en la tumba
de la amiga y en la locutora y poeta que se despidió discretamente para
terminar con su dolor y alcanzar, como se lo merece, la felicidad de la
eternidad.