LA
VORÁGINE PARA RODRIGO SILVA
Vale
decir que no sólo deben ser los deportistas y las actrices, las modelos y los
políticos quienes merecen alcanzar los reconocimientos de los medios. También
deberían estar los compositores e intérpretes, los teatreros y los novelistas,
los poetas y los líderes comunitarios, los maestros y los médicos, entre
miuchos buenos ciudadanos. Sin que medie lo episódico entre el fragor de un
campeonato mundial de fútbol y el vértigo de unas elecciones, continúan
brillando estas estrellas de la vida y la cultura. Es lo que acaba de
pasar en Neiva donde el diario La Nación, al cumplir sus primeros 20 años,
exaltó a un inmenso valor del Tolima Grande como lo es Rodrigo Silva.
Estuvieron representantes de todos los sectores de la sociedad, incluyendo al
presidente Santos, brindando el homenaje a un compositor e intérprete que ha
sido precursor de la paz con su música y el sentido patrio y amoroso de sus
canciones. Estuvimos orgullosos acompañando al artista en mayúsculas y
golpeando nuestras palmas en un aplauso que salía desde lo más profundo de
nuestros corazones. Nada es gratuito porque se ha ganado el respeto y el
prestigio por su ser sensible demostrado a lo largo de casi cinco décadas en
una lucha sin cuartel por la música folclórica y la región andina.
Y
representándonos en diversos lugares del mundo donde arranca emociones y
admiración por sus virtudes. No se trata entonces de una estrella fugaz sino de
una lámpara encendida a pesar de las vicisitudes por las que ha debido
atravesar, a veces casi perdido como Arturo Coba en La Vorágine. Pero sigue su
luz hasta encarnar una gloria viva al estilo de los guerreros auténticos y de
quienes perfilan su itinerario como para simbolizar lo esquivo de la
inmortalidad. El centro de convenciones José Eustasio Rivera se hallaba hasta
las banderas y varios aplausos prolongados rindieron honor al artista. Desde los
concejales y diputados, los secretarios de despacho departamental y el
gobernador, el alcalde con su equipo, la Academia de Historia y variados
músicos y escritores, las directivas de la Cámara de Comercio, el grueso de los
parlamentarios de diversos partidos y matices, el ministro de hacienda, en fin,
unas mil quinietas personas luciendo sus mejores galas de tierra caliente,
junto a la música y el ballet regional, fueron el marco para celebrar a Rodrigo
Silva y a un diario independiente que ha logrado, tras las naturales
dificultades de un medio impreso impecable, permanecer vigente y con respeto de
parte de sus lectores en el sur colombiano. Se cumplían igualmente los 90 años
de la publicación de esa obra maestra que es la Vorágine, con páginas y páginas
dedicadas a textos, frases, críticas y fotografías de este orgullo de las
letras huilenses y nacionales, al igual que sin timideces ni tacañerías dos
páginas centrales a Rodrigo Silva, sin que faltaran otras noticias de la
cultura. Qué diferencia con lo que hallamos en la región donde este tipo de
actividad está reducida a pequeñas pildoritas, seguro de buena fe, pero sin que
se atrevan a destacarlas como es debido, salvo los refritos enciclopédicos
alrededor de autores que se sacan de internet. Lo único cierto es ver cómo, a
este compositor que es sin duda la última gloria viva dentro de la música que
nos queda del interior, se le rindieron los honores que merece y que relatamos
como ejemplo para ser imitado por nosotros en esta parte del país adonde decidió
pasar desde hace ya no pocos años el desarrollo de su productiva existencia. 45
años junto a Álvaro Villalba en el inolvidable dueto que ha recorrido muchos
lugares del mundo donde igualmente recibieron reconocimientos grandes como el
de Nueva York cuando fueron declarados Mariscales de la Hispanidad, marcan el
distintivo de quienes como Rodrigo conservan el placer del estudio y la
composición, la sencillez como evangelio y el buen humor como defensa ante las
amarguras de la vida. El resto es silencio, al decir de Shakespeare.