TRES ARTISTAS QUE SE DESPIDIERON


 Tres artistas que dieron brillo a su tierra desde la investigación y la academia, la música y la escultura llegaron al fin de sus vidas pero nos legaron sus obras y sus sueños. Casi nada se ha dicho de estas partidas, salvo en el periódico Actualidad Tolimense y resultaron en general ignoradas, quizá por la poca importancia que se otorga a quienes han construido memoria y región sobre esta tierra. Es lo ocurrido con los inolvidables Hugo Neira Sánchez, Jesús María Rincón Becerra y Fabio Artunduaga Ospina, quienes se suman a los sensibles fallecimientos de Simón de la Pava y de Salomón Tovar. Significa de todos modos que el cielo del Tolima  se está quedando sin algunas estrellas. Hugo Neira, quien había nacido en Ortega el 16 de febrero de 1941, fue ingeniero electricista de la Universidad Tecnológica de Pereira y ocupó varios cargos en la Electrificadora del Tolima donde se jubiló. 

Hugo Neira Sánchez
Especializado en Francia en proyectos y construcciones de líneas eléctricas, también lo hizo en Coruniversitaria en automatización industrial y encarnó a un rebelde y documentado columnista que denunciaba los atropellos de la electrificadora contra la población, así como simbolizó a un investigador académico de notoria importancia. Su rango empezó a ser sentido cuando obtuvo en  1994 el segundo premio del concurso de historia Cámara de Comercio de Ibagué. Aquí lo logró con la obra El Tolima en la encrucijada de la agricultura, libro publicado por Pijao Editores en 1995 y cuya versión actualizada hizo con destino al Manual de historia del Tolima, publicado en tres tomos por la misma editorial. Se convirtió en miembro de la Academia de Historia del Tolima y luego publicó Historia de la masonería, su Influencia en Colombia y en el mundo, igualmente por Pijao Editores en el año 2007. Otro libro suyo, polémico por cierto, lo hizo sobre El pacificador Pablo Murillo. Hugo Neira tuvo un temperamento discreto, sin deseos de figurar y amante de la discusión inteligente, encontrándose presto a colaborar en investigaciones que otros emprendieran como lo fue mi caso en el tema de Mosquera. Una tarde decidió irse del todo para Risaralda donde finalmente murió por el mes de septiembre en medio del afecto de su esposa y de sus hijos. Tarde nos enteramos pero conservamos largo silencio reconstruyendo su afecto y sus pasos, su amistad y sus valores.
Fabio Artunduaga Ospina
También a comienzos de septiembre, conocimos la triste noticia de la muerte de Fabio Artunduaga Ospina, otro ser humano discreto y talentoso que amaba jugar billar y ajedrez como para distraer las horas solitarias. Nació en Casabianca, Tolima, el 14 de abril de 1931. De origen campesino, trabajó en las faenas agrícolas como jornalero raso durante más de diez años y heredó de su padre, quien fue escultor, la tradición de tallar figuras en mármol, modelándolas en arcilla y dibujos a lápiz. Estudió artes gráficas en lo cual era experto y elaboró diversidad de esculturas y cerámicas famosas desde el departamento orientado por centros de historia. Ahí está su testimonio artístico en el parque mitológico de El Espinal con más de una decena de esculturas; el monumento a la princesa Bulira en Piedras y a Garzón y Collazos en Ibagué. Se destacó, así mismo, como compositor, obteniendo premios en festivales del bunde en El Espinal y en el cancionero del Tolima están sus danzas, guabinas y bambucos, los que interpretaba tocando tiple, bandola y guitarra. Sus canciones llegaron al centenar entre instrumentales y las grabadas por diversas agrupaciones. Publicó en 1986 el libro Mitología y folclor del Tolima con prólogo de Eutiquio Leal, quedando ahora su tarea de luchador incansable por la música y el arte y su famosas esculturas de El Mohan y la Madre de agua quedaron reproducidas y solitarias en su habitación. 
Jesús María Rincón Becerr
Al final nos aturde el corazón la noticia de la muerte del maestro Jesús María Rincón Becerra a quien se llamó con justicia la Bandola de Oro. Hacia 1983 tuve la fortuna de hacer y presentar un disco de larga duración con sus interpretaciones y creaciones cuando fuera director del Instituto Tolimense de Cultura. Disfruté gracias mi suegro Adolfo Viña Calderón y de su hermano Alfonso de no pocas tertulias musicales oyéndolo embelesado, al tiempo que gozaba con el legendario e imborrable conjunto Chispazo al que pertenecía, junto a Pedro J Ramos, Gustavo Torres y Gustavo Reina, Alberto Estefan y Luis Eduardo Vargas Rocha. Allí era fácil y al tiempo un privilegio gozar de sus bambucos, danzas y pasillos que hacen honor al parnaso musical de Colombia. Un perfil amplio de su vida fructífera lo registré en mi libro Músicos del Tolima Siglo XX, donde se destaca como uno de los mejores de la tierra. Había nacido en Santa Isabel el 26 de agosto de 1915, perteneció a la banda departamental tras adelantar estudios teóricos en el Conservatorio y fue un eje conductor en la creación de conjuntos musicales. Falleció el 8 de octubre de este 2014 en Dos Quebradas, Risaralda, adonde se había ido a vivir muchos años antes