EL POLVORÍN DE LA EDUCACIÓN Y LOS EDUCADORES.


El oficio de maestro se ha venido transformando desde vivir en un territorio de placer hasta pasar como ahora a una celda de torturas. No sólo tienen encima los ojos represores del rector y sus coordinadores en vez de sus consejos y orientación para un trabajo en equipo, sino el de padres de familia exigiendo lo que ellos no dan en el hogar ni en el ejemplo y el de los estudiantes mismos que por el libre ejercicio de la personalidad hacen lo que les de la gana. Ni qué decir muchas veces de medidas arbitrarias desde las secretarias de educación que no convocan a estímulos sino a represiones. Disparan de todos lados, aunando las conspiraciones de colegas que cumplen alianzas de lambonería con sus directivos discriminando y persiguiendo. No se trata entonces de un lugar para la convivencia pacífica tan necesaria en un oficio delicado sino en un campo de batalla permanente. No significa esto que los clasifiquemos en la categoría de mártires, puesto que igualmente no pocos ejercen su tarea bajo las alas del incumplimiento, la desidia, la poca actividad creativa y una rutina de bostezo, agregando a su vez actitudes dictatoriales repitiendo el ciclo. Bajo este sol no puede existir una acción productiva sino la cobija de sombras que se mueve en la mediocridad.  Tanto esfuerzo del gobierno para estar cumpliendo con su deber presupuestal termina en desperdicio y cada año las instituciones oficiales van de capa caída en relación a los privados. De allí es fácil deducir cómo la gente de los sectores populares no sale bien preparada y la obra teatral llena de farsas sigue el curso, puesto que los maestros simulan enseñar y los estudiantes simulan aprender. Así mismo, los contenidos de las asignaturas y la forma de enseñarlas, no significan mucho a unos jóvenes que encuentran más llamativo el mundo de la calle o los medios que a una cadena de informaciones que no les dicen nada ni alcanzan a su seducción. La antigua forma de comunicar sigue siendo la misma de un profesor que dicta desde la tribuna y los que escuchan en luneta. Se trata simplemente de cumplir la función. Falta a las instituciones el recurso de nuevos medios audiovisuales para renovar prácticas y presupuesto para reorganizar los colegios tan abandonados en lo físico y sus materiales. Frente a estas consideraciones, bien vale la pena que los que aspiran a gobernar se detengan en la búsqueda y el estudio a fondo de dolores como estos y ver cómo se curan, pero no buscando la fiebre entre las sábanas.