LA MUERTE DEL POETA TOLIMENSE VÍCTOR HUGO TRIANA
Durante sus últimos años, el poeta Víctor Hugo
Triana se dedicó a robarle vida a la muerte y a entender de nuevo cómo es la
condición humana. Su poesía significó la del mundo encerrado en el hombre y fue
siempre la de quien nunca le huyó ni a la ironía ni al humor, reflejando la
insatisfacción con la injusticia que nos rodeaba. Nos enseñó igualmente cómo se
puede llevar un jardín en el bolsillo y a ver y a vivir la locura y la
sabiduría. Tanto en sus poemas, sus ensayos, sus guiones para teatro o cine,
Víctor Hugo proyectó los sueños como un ingeniero del alma estacionándose con
profunda lucidez en sus conflictos. En su Obra literaria publicada por Pijao
con motivo de sus primeros 30 años en estos avatares, puede verse el desfile de
la cotidianidad del amor, la distancia, la política, la violencia y la muerte,
pero también el encuentro y el olvido. Sus palabras justas logran conmovernos
la entraña, sonsacarnos sonrisas, esculcar sueños y brindarnos sus pesadillas,
Todos los colores del arco iris pueden advertirse en sus páginas y en esencia,
la muestra de una lucidez, de una madurez y de una obra que está destinada a no
ingresar al territorio del olvido.

Una noticia suya le dio la vuelta al mundo cuando
por emisoras locales que no la difundieron bien sino al final como cierre de
farándula, le sirvió a Gabriel García Márquez para evitar ser aprisionado en
Bogotá en 1979. Allí decía cómo, en medio de la cacería de brujas
desatada con motivo del Estatuto de Seguridad del gobierno, un oficial de la
fuerza aérea le había secreteado a su padre por teléfono, en Ibagué, cómo le
iban a echar mano. Para entonces el también periodista Mauro Huertas Rengifo,
diputado a la asamblea del Tolima se lo comentó, y Víctor Hugo Triana no dio
espera. El escritor del Nobel se refugió esa misma noche en la embajada de
México llevando en su brazo un cuadro abaleado de Botero y jamás regresó hasta
pocos años antes de su muerte. Su chiva de valor monumental salvó a
García Márquez de ir a las caballerizas de Usaquén.

Acaba de morir a los 67 años el poeta tolimense
Víctor Hugo Triana, entrañable amigo desde la juventud y quien había nacido en
Ibagué el 7 de noviembre de 1948. Realizó sus estudios secundarios en San
Simón y la Normal Nacional, desempeñándose casi toda su vida como periodista,
locutor, director de teatro, guionista de cine y columnista, habiendo obtenido
galardones en concursos literarios a nivel departamental y nacional.
Publicaciones suyas aparecen en varias revistas y suplementos culturales y
literarios. Fundó la programadora cultural Mundo Visión, ejerció la docencia
como profesor de español y literatura en varios colegios de Ibagué y fue
corresponsal del diario El Pueblo, la revista Antena, así como miembro fundador
del Grupo Cultural Pijao. El director ejecutivo de la fundación Comunicando a
partir de 1991, fue igualmente socio de la Unión Nacional de Escritores,
UNE, y publicó cinco libros: Casi poemas en 1982; Epidermis
de mar en 1986, con reimpresión en 1991 y Espacio reservado para la
bruma en 1997. Pijao Editores en el 2001 con motivo de sus 30
años de vida literaria, dio a conocer una antología de su poemario Bellos
muslos y otros poemas, de su ensayo La poesía del nuevo milenio y una
minifalda bien llevada, de su obra teatral Hasta el ser supremo se
equivoca pero él corrige con milagros, Jesús 2.000 años después y del guión
cinematográfico Los retornos de Oscar Ramiro. Textos suyos aparecen en
varias antologías como Trece Nuevos Narradores Colombianos, de Pijao
Editores y Poetas del Tolima, de Alberto Santofimio Botero. Compiló el
libro Taller de poesía, Universidad Externado, 1995, el cual orientó desde
1991 hasta 1999. Dejó inédito el guión para cine Alguien busca a Bayron
Fonseca y un libro de poemas.